“Vendemos hasta nueve millones de unidades del icónico Chococono por mes”
En el marco de los 70 años de Crem Helado, Mario Niño, su presidente, resaltó que se venden 2 millones de helados al día y que llegan a todas las regiones del país
Juan Camilo Quiceno
Crem Helado celebra en 2025 70 años de existencia, lapso que le permitió convertirse en una de las marcas más apreciadas por el público colombiano gracias a su alcance y a un portafolio de productos que han acompañado a numerosas generaciones.
Mario Niño, presidente de la compañía, se refirió a la clave para mantenerse en ese top of heart de los consumidores y resaltó varios logros obtenidos en estas siete décadas: se venden cerca de dos millones de helados por día y están presentes en toda la geografía a través de unos 100.000 congeladores.
En su portafolio cuentan con 140 referencias y una submarca icónica como Chococono, vende hasta nueve millones de unidades por mes.
¿Cómo se ha logrado mantener la marca en la cumbre?
Un factor muy importante ha sido estar muy cerca de los consumidores para llevarles lo que realmente quieren y es de valor para ellos.
Lo otro es que esta ha sido una marca que trabaja permanentemente en innovación, nos hemos enfocado en traer productos que siempre sorprendan. Además, nos hemos enfocado en estar presentes en todos los rincones de Colombia.
¿Cuál es el alcance que tiene la marca actualmente?
Nosotros llegamos a los 32 departamentos de Colombia. En algunos estamos con distribución propia, en otros a través de terceros. Nosotros tenemos más de 100.000 congeladores en todo el país y entre 80.000 y 90.000 clientes.
Hay un canal que también es muy interesante: el de los carritos tilines, como les llamamos, que son aproximadamente 2.000 los que andan por las calles de todo el país.
Hay gente que lleva el producto y no como una distribución directamente hecha por nosotros, sino que compra el producto en algunas zonas y se lo lleva a unos puntos geográficos que uno no se imagina, recibimos unas fotos de personas comiendo paletas en unos sitios de Colombia que uno no se imagina, desde La Guajira hasta el Amazonas.
¿Cuántos helados vende Crem Helado?
Decimos que vendemos motivos de alegría, son dos millones de helados por día, vendemos dos millones de sonrisas.
Ese es el promedio que tenemos actualmente en todo el país, eso es lo que significa es que en menos de un mes cada colombiano se está comiendo un helado nuestro.
Más allá de la cifra, esto es un vínculo emocional que se ha construido con la gente y eso nos llena de orgullo, es un motivo de satisfacción.
¿Cuántas referencias tienen en su portafolio?
Manejamos 140 referencias, dentro de ellas están productos que son icónicos, por ejemplo, una marca como Chococono; es impresionante su volumen, son más o menos entre ocho o nueve millones de unidades que vendemos mensualmente de Chococono.
Tenemos marcas muy importantes como Polet, Aloha y Drácula, que cumple 36 años, pero además hemos hecho grandes cobrandings con marcas transversales de Grupo Nutresa como Jet, Jumbo y Tosh.
¿Hay planes para llegar a mercados internacionales?
Hace un año hicimos una exportación de pedidos especial Corea del Sur y eso fue un hito importante. Actualmente estamos en el proceso de ingresar al mercado de Estados Unidos, especialmente a las zonas en las que hay latinos, en donde hay colombianos, por ejemplo, Nueva York, Queens, Jersey y Florida. Nos sentimos muy orgullosos con ese logro por que ya estamos pasando fronteras.
Hard Discount en América Latina: La revolución operativa que está cambiando el retail
En el mundo del retail, las tendencias pasan, pero las transformaciones profundas permanecen.
Uno de los cambios más radicales y menos visibles, pero que ya está marcando un antes y un después en América Latina, es el auge del modelo Hard Discount. Lejos de poderse reducir a una simple estrategia de precios bajos, este modelo representa una verdadera revolución en la forma de operar, decidir y liderar en la industria del comercio minorista. Así lo sostiene con claridad y convencimiento
Carlos Alberto Palacios Palacio en su artículo, donde analiza cómo países como Colombia y México están siendo testigos de una transformación operativa que desafía al retail tradicional. Puedes leer el artículo completo
aquí.
Para entender el impacto de esta tendencia, es fundamental comprender que el Hard Discount no es solo una moda pasajera, sino una respuesta concreta a las demandas de un consumidor cada vez más exigente y sensible al valor. En una región donde la inflación, la crisis económica y la búsqueda de optimización de recursos son parte del día a día, este modelo ha llegado para quedarse y crecer.
¿Por qué el Hard Discount está creciendo tan rápidamente en América Latina?
Según Palacios Palacio, hay cuatro razones fundamentales que explican este fenómeno en países como Colombia y México, que son ejemplo de cómo este modelo no solo gana terreno, sino que también redefine las reglas del juego en el retail latinoamericano.
1. Entiende al consumidor real:
El consumidor latinoamericano actual es exigente y busca la mejor relación calidad-precio. Es sensible al precio, pero también requiere productos de calidad. Está cansado de promesas vacías y busca transparencia y valor concreto en cada compra. El modelo Hard Discount responde a esa necesidad con una propuesta clara: ofrecer productos esenciales, de buena calidad, a precios que desafían la competencia.
2. Operación con precisión quirúrgica:
La eficiencia es la clave del éxito en el Hard Discount. La gestión del surtido se realiza con un esfuerzo extremo por mantener un inventario limitado y bien seleccionado. Los procesos internos son estandarizados y los costos, controlados al milímetro. Cada tienda, cada pallet, cada decisión comercial responde a una lógica de máxima eficiencia, lo que permite mantener márgenes bajos y precios irresistibles.
3. Transformación de la cultura interna:
Este modelo no solo se basa en una estructura operacional eficiente, sino también en un cambio cultural profundo dentro de las organizaciones. Desde el CEO hasta el equipo en tienda, todos comparten un mismo filtro: ¿Esto aporta valor directo al cliente? La mentalidad del ahorro, la eficiencia y la orientación al cliente se impregna en cada nivel, creando una cultura operativa centrada en el valor y en la satisfacción del consumidor.
4. Competencia basada en hechos, no en marketing:
El Hard Discount no depende de campañas publicitarias ostentosas ni de promociones llamativas. Su fuerza reside en la sencillez de la propuesta: ofrecer la mejor calidad al precio más bajo posible. La competencia es clara y se basa en hechos constatables. La experiencia del cliente se centra en la facilidad, la transparencia y la percepción de que obtiene un valor superior en cada compra.
La transformación profunda del retail en América Latina
El crecimiento del Hard Discount en países como Colombia y México no es casualidad, sino la consecuencia natural de un contexto económico y social que exige mayor eficiencia. La región enfrenta desafíos como la inflación persistente, la inseguridad y la volatilidad económica que dificultan mantener modelos de negocio tradicionales, costosos y poco adaptados a la realidad del consumidor.
En este escenario, el Hard Discount emerge como la solución perfecta: un modelo que prioriza la eficiencia operacional, minimiza costos y ofrece un valor tangible al cliente. Además, su capacidad para adaptarse rápidamente a las necesidades del mercado con una estructura sencilla y eficiente lo hace especialmente atractivo frente a las complejidades de las operaciones tradicionales.
Implicaciones para el futuro del retail en Latinoamérica
La tendencia NO solo indica que este modelo ha llegado para quedarse, sino que transformará la forma en que se diseña, se gestiona y se lidera el comercio minorista en toda la región. La lección clave que deja Palacios Palacio es clara: el futuro del retail en Latinoamérica no se construye con más, sino con mejor. La eficiencia, la simplicidad y la orientación al cliente serán los pilares en los que se sustentará esta evolución.
Las empresas tradicionales deben entender que, en un contexto donde el consumidor es cada vez más consciente y exigente, los modelos basados en el valor podrían dejar atrás a las propuestas tradicionales, más costosas, menos transparentes y menos adaptadas. La innovación operativa y cultural que aporta el Hard Discount será un asunto de supervivencia y liderazgo en los próximos años.
¿Está tu operación lista para competir bajo estas reglas?
El mensaje de Carlos Alberto Palacios Palacio es claro: la transformación en el retail latinoamericano ya está en marcha y el modelo Hard Discount, más que una tendencia, es una revolución operativa. Quien no adopte esta lógica estará en desventaja frente a aquellos que entienden que la eficiencia, el valor y la sencillez son los nuevos estándares.
La buena noticia es que esta transformación no requiere necesariamente grandes inversiones en marketing ni en tecnología sofisticada, sino un cambio profundo en la cultura organizacional, en los procesos y en la estrategia comercial. Es una oportunidad concreta para repensar y optimizar cada aspecto del negocio en función del cliente y del valor real que se puede ofrecer.
Para profundizar en esta visión y entender cómo esta revolución está moldeando el futuro del retail en América Latina, te invito a leer el artículo completo de Carlos Alberto Palacios Palacio [aquí](URL del artículo original).
El fenómeno del Hard Discount en América Latina no es una moda pasajera, sino una revolución silenciosa que redefine los estándares del retail en la región. Como señala el experto, esta tendencia va más allá de una estrategia de precios bajos; representa una forma de operar radicalmente distinta, basada en la eficiencia, el entendimiento profundo del cliente y una cultura interna alineada con estos valores.
La región tiene ante sí una oportunidad única de reinventarse, adoptando estos principios y transformando sus cadenas de suministro, tiendas y cultura empresarial para ofrecer un valor auténtico en un mercado cada vez más exigente. La pregunta clave para todos los actores del sector es si están dispuestos a adoptar estas reglas del nuevo retail.
Frente a un mundo sin certezas
Piedad Bonnett (Poeta y Escritora ) reflexiona sobre el desorden del mundo, la muerte de las utopías cerradas y la necesidad urgente de imaginar otras nuevas, guiadas por la razón, no por el odio.
“El rumbo que ha tomado el mundo bajo el nombre de progreso está destruyendo nuestro planeta y poniendo en peligro nuestra especie", escribió Piedad Bonnett para esta nota...
¿Es posible que no muera la esperanza? Sí, siempre y cuando vaya acompañada de acciones. Pero de acciones regidas por el pensamiento y no por el resentimiento, el prejuicio o el deseo de venganza.
Nadie podría negar que nuestra civilización pasa por una crisis de incertidumbre. Bordieu habla de “desorden general” y crisis de los “grandes relatos”, que engloba en el término desorientación, y Sami Nair, un sociólogo y pensador francés, de un cambio de paradigmas, de un punto de inflexión debido a cambios que están transformando la Historia (con mayúsculas), pero que “impactan en la gente de manera silenciosa, directa y cotidiana”. Ese punto de inflexión creo que lo marcó la pandemia, un hecho que hizo palpable que el rumbo que ha tomado el mundo bajo el nombre de progreso está destruyendo nuestro planeta y poniendo en peligro nuestra especie. Que ya hemos llegado a un punto de no retorno, parecen demostrarlo las olas de calor que hacen estragos en Europa, y que los expertos han dicho que son solo el inicio de un fenómeno que se irá incrementando.
La lista de asuntos que nos desasosiegan sería enorme, de modo que solo enunciaré algunos: la expansión mundial de manejos fascistoides de muchos regímenes, que ganan votos cebándose contra los migrantes, exacerbando el racismo y la xenofobia, y mostrando hostilidad por la ciencia, desprestigiándola; el regreso de los ultranacionalismos, y el eclipse del mundo globalizado; el fracaso de una izquierda anquilosada que traiciona sus ideales, y cae en los mismos vicios de la derecha: la corrupción y el autoritarismo; un derrumbamiento de los criterios de verdad, creado sobre todo por el desborde informativo que nos confunde, y una crisis de los derechos humanos, que se expresa de manera patética en el genocidio que está cometiendo Israel frente a un mundo que no reacciona y una Europa que parecía la guardiana de los valores de la cultura de Occidente y que hoy vemos debilitada y dubitativa. Los sueños de un mundo mejor que impulsaron los movimientos revolucionarios de los años sesenta y setenta parecen haberse ido al traste definitivamente.
Frente a ese panorama, ¿es posible que no muera la esperanza? Sí, siempre y cuando vaya acompañada de acciones. Pero de acciones regidas por el pensamiento y no por el resentimiento, el prejuicio o el deseo de venganza.
Suelo ser escéptica en relación con eso que llaman “la naturaleza humana”, que durante siglos ha demostrado una capacidad enorme de odio y destrucción. Pero quiero creer, como dijo Sergio Ramírez en entrevista reciente para “La Nación”, que “vendrán nuevos ideales, porque la humanidad no puede vivir sin ideales”, y que es necesario volver a las utopías -aunque las gentes desconfíen hoy de ella- como en los tiempos en que las gentes de su generación y la mía las tuvieron.
Un pensador que me parece fascinante, Rutger Bregman, nacido en 1988, en su libro “Utopía para realistas” hace una reflexión sobre por qué fracasaron esas utopías (el fascismo, el comunismo, el nazismo). Porque fueron modelos cerrados “que no toleraban ninguna disensión”, como esas sectas fanáticas que derivan de las religiones. Frente a esas utopías, Bregman propone una utopía abierta, que se haga las preguntas correctas, y no tenga respuestas únicas. Por ejemplo: “¿Por qué trabajamos más desde la década de 1980, a pesar de ser más ricos que nunca? ¿Por qué hay millones de personas viviendo en la pobreza cuando somos más que suficientemente ricos para erradicarla para siempre?”. Cada uno de nosotros puede hacerse esas preguntas y otras, y luchar por una nueva utopía. Porque, como dice Bregman, “sin utopía solo nos queda la tecnocracia”.
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