miércoles, 16 de julio de 2025

Miércoles del Retail y entre la pasión y el agotamiento docente...

 Cordial saludo

Bienvenidos al Miércoles del Retail y entre la pasión y el agotamiento docente...

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Panorama de las marcas propias o privadas y su comportamiento frente a las marcas de fabricantes convencionales






Generalidades

Como es de conocimiento general hoy en día, mediados del 2025, las marcas propias son fuertes protagonistas en el retail de consumo masivo. Aquí trataré de dar un panorama general basado en mi conocimiento sobre el tema, documentos sobre marcas propias, páginas web e inteligencia artificial.

Iniciemos por lo más simple, una definición: “Las marcas propias (también conocidas como marcas privadas, blancas o de distribuidor) son productos desarrollados y comercializados por los propios minoristas o supermercados, en contraste con las marcas de fabricantes convencionales, que son producidas y gestionadas por empresas especializadas y reconocidas en el mercado”[1]

El crecimiento de las marcas propias (private label) en comparación con las marcas tradicionales ha sido muy alto, especialmente en los últimos años, aunque con variaciones según el contexto económico y el mercado, este crecimiento fue muy importante en la época de pospandemia como consecuencia de la inflación, dificultades en las cadenas de abastecimiento y los cambios en el comportamiento del consumidor, migrando hacia opciones más económicas y confiables.

En Europa, según NielsenIQ reportó que en 2022 y 2023 las marcas propias crecieron hasta un +25% en valor en países como España, Alemania e Italia, muy por encima de las marcas nacionales.

En Latinoamérica, el crecimiento también fue notable, aunque no tan alto como en Europa, debido a factores estructurales como menor madurez del canal moderno en algunos países y menor penetración histórica de marcas propias. Latinoamérica se encuentra en una fase de consolidación acelerada de marcas propias, influenciada por el éxito de los hard discount, las crisis económicas y el reposicionamiento estratégico de grandes cadenas, llegando a tasas del 14% anual en valor, especialmente en países como Colombia, México y Ecuador.[2][3]

En USA, según datos de Circana y PLMA, las marcas propias crecieron entre +10% y +17% en valor durante 2022 y 2023, comparado con un crecimiento de 3%–5% de las marcas tradicionales.

Proyecciones recientes, de 2023 a 2025 de las consultoras como, McKinsey, Kantar y PLMA proyectan que las marcas propias seguirán creciendo por encima del 15% anual en valor, impulsadas por la mayor inversión en calidad y diseño, que la brecha de calidad entre marcas propias y marcas de fabricante se ha reducido notablemente, en muchos casos, las marcas propias igualan o superan la calidad de las marcas lideres, por estrategias de retail centradas en eficiencia y preferencia por parte del consumidor en panoramas de inflación persistente. Porque los retailers utilizan las marcas propias como herramienta estratégica para fidelizar clientes y diferenciarse de la competencia, controlando precios y márgenes de ganancia.

Y si miramos su impacto en el consumidor y el mercado desde la óptica del valor percibido, cómo ve el consumidor la marca propia, encontramos que el estigma de baja calidad está desapareciendo, el 64% de los consumidores perciben las marcas propias como una excelente relación calidad-precio[4]. Encontramos también que un altísimo porcentaje de los consumidores globales están dispuestos a explorar marcas propias en diferentes categorías y consideran la marca menos relevante frente a la necesidad y el precio.

Las marcas propias han pasado de ser secundarias a ocupar un rol estratégico en el retail global. Su crecimiento, su mejora en percepción de calidad y la rápida adaptación hacen que compitan directamente con las marcas convencionales. La tendencia muestra que seguirán expandiéndose, especialmente en mercados exigentes y situaciones económicas difíciles.

En resumen

Crecimiento MP

18-25% anual en mercados lideres

5.6% anual globalmente

Participación Global

19.4% del valor mundial


Calidad

Mejorando


Precio

26% más baratas en promedio


Las marcas propias se presentan de manera discreta junto a las de fabricante, lo que contribuye a una disminución en la lealtad hacia las marcas tradicionales. Los consumidores tienden a aceptar y consolidar la transición de marcas de fabricante a marcas propias siempre que perciban una adecuada relación entre precio y calidad.

Pero aún así es una realidad la confusión del consumidor: ¿Marca propia o de fabricante?

Un estudio de First Insight indica que el 71 % de los consumidores considera que puede identificar una marca propia del retailer, sin embargo, al compararlas con marcas de fabricante, el 72 % no logra diferenciarse visualmente. Además, el 47 % ha probado una marca blanca porque se parecía a una marca reconocida y el 45 % de los consumidores que cambian a marca propia no regresan a la marca nacional si están satisfechos, según este estudio.

Un dato relevante, como ejemplo, que pone de manifiesto la fortaleza de la marca propia en Aldi España[5] es que el 86 % del surtido disponible en tienda corresponde a su marca exclusiva, y el 90 % de los productos ofrecidos por Aldi son marcas pertenecientes al retailer. Además, el 61 % de los consumidores españoles ha incrementado su consumo de marcas propias desde 2020, y tres de cada diez afirman que aproximadamente el 75 % de su cesta de la compra está compuesta por este tipo de productos.

Concentrémonos en Latinoamérica

En América Latina, las marcas privadas han registrado un crecimiento anual [6]en valor del 14,2%, cifra superior al promedio global del 5,6%. La región ocupa el segundo lugar en crecimiento a nivel mundial dentro de este segmento.

En Colombia, las marcas propias representan el 44,3% de las ventas en cadenas y discounters, junto con un crecimiento anual del 12% en ventas de alimentos bajo marca propia. Grandes cadenas como Éxito, Olímpica y Makro reportan entre el 18% y el 25% de sus ingresos totales provenientes de marcas propias.

En Ecuador, el consumo de unidades de marca propia aumentó un 38% y su participación en volumen es del 8%. En Venezuela, las marcas privadas mantienen presencia en bienes esenciales, compitiendo con productos importados y nacionales.

Según NielsenIQ, los consumidores están ajustando sus compras para optimizar su gasto. En la encuesta de Mid-Year Consumer Outlook: Guide to 2025, se destacaron dos tácticas principales: “elegir marcas en promoción (51% en Colombia) y optar por opciones más económicas (43% en Chile)”. Esto explica, en gran parte, cómo las marcas propias, han sido una de las grandes beneficiadas de este cambio, consolidándose como una solución viable para el consumidor latinoamericano.

Estos factores se consideran han sido determinantes en este crecimiento de las marcas privadas en Latinoamérica y son la Inflación y sensibilidad al precio, la situación desafiante ha impulsado a los consumidores a buscar alternativas más económicas, favoreciendo la adopción de marcas privadas, especialmente en canales de descuento y formatos pequeños, aunque las grandes superficies, como el canal moderno, han venido creciendo en propuestas de marca propia.

Como ya lo habíamos mencionado hay un cambio en la percepción de calidad, por ejemplo, cerca del 70%, según Nielsen, de los consumidores colombianos consideran que las marcas propias ofrecen calidad similar a las marcas tradicionales, lo que evidencia un cambio relevante en las percepciones y hábitos de consumo.


El crecimiento de la marca propia se ha dado especialmente en alimentos y hogar, Las marcas privadas han ganado terreno especialmente en categorías como alimentos empacados, cuidado del hogar, productos de limpieza y textiles y especialmente en los formatos de Hard Discount. Ultimamente han incursionado en categorías de valor agregado, que podriamos considerar como gourmet dentro de esta categoría.

Las marcas propias con valor agregado o gourmet

Como las marcas propias con valor agregado se están volviendo una tendencia, investigue al respecto y estuve indagando cuál fue el primer retail que incursionó en estas marcas con valor agregado, la respuesta: Marks & Spencer (Reino Unido), uno de los primeros retailers en desarrollar una estrategia sofisticada de marcas propias premium, incluso antes de que el concepto de "gourmet" se popularizara como segmento dentro del consumo masivo y fue en la década de 1970 a 1980, le siguieron Trader Joe´s de Estados unidos, en la década de 1980 a 1990. Monoprix, con su marca “Monoprix Gourmet” en la década 1990 a 2000, más adelante Mercadona Eroski y el Corte Inglés en España.



¿Por qué Mark Spenser? Porque fue el primero en ofrecer platos preparados, vinos y productos frescos con valor agregado, todo bajo su marca propia, cambiando la percepción de los consumidores sobre la marca propia de barato a confiable y aspiracional, con marketing centrado en la experiencia gourmet del consumidor urbano.

También investigué sobre innovaciones en marcas propias y encontré "365 by Whole Foods Market" como marca conceptual, que rompe esquemas. Funciona como marca paraguas con más de 3,000 productos, promoviendo una filosofía saludable, ética y sostenible. La propuesta se materializa en tiendas físicas llamadas “365 by Whole Foods[7]”, donde toda la oferta es de marca propia, algo poco común en el segmento premium.


Se considera innovadora porque no solo vende productos, sino que promueve principios como evitar conservantes y colores artificiales, priorizar el bienestar animal y el comercio justo. Creó una cadena basada únicamente en productos 365, sin competir con marcas nacionales. Ofrece alimentos, vitaminas, limpieza, cuidado personal, artículos para mascotas y suplementos bajo los mismos estándares éticos, con alta percepción de valor y calidad comparable o superior a marcas premium. Amazon la adquirió. en junio de 2017. La transacción se valoró en aproximadamente 13.7 mil millones de dólares según varios medios.



Ahora hablemos de ALDI y LIDL que han revolucionado las marcas propias en el retail global como cadenas alemanas de hard discount, expandiéndose a más de 30 países. En mercados como Alemania, Reino Unido, España e Irlanda, sus marcas propias superan el 40% de cuota. Han obligado a competidores como Carrefour, Tesco y Walmart a replantear sus estrategias y han facilitado el acceso a productos gourmet, bio y funcionales a precios bajos.

Consecuencia del crecimiento de las marcas propias para las marcas tradicionales.

Las marcas blancas ocupan más espacio en los estantes, lo que disminuye la visibilidad y ventas de los fabricantes tradicionales. Al priorizar sus propias marcas, los retailers debilitan la negociación de los fabricantes y pueden reemplazarlos con productos similares. Algunos fabricantes han respondido reduciendo tamaños, invirtiendo más en trade marketing o lanzando marcas secundarias más económicas.

Las marcas tradicionales han perdido cuota de mercado frente a las marcas privadas, que en Europa ha llegado a representar entre 30% y 45% del total, según Nielsen. Esto ha reducido su poder de negociación ante los retailers, afectando tanto los precios como su presencia en góndola y acciones promocionales conjuntas.

La pérdida de visibilidad en los estantes es una estrategia deliberada de los retailers para impulsar sus marcas propias y aumentar su poder, rentabilidad y fidelización. Las marcas de fabricante deben adaptarse o arriesgarse a perder relevancia.

Muchos consumidores encuentran igual o mejor calidad en la marca propia a un menor precio, lo que afecta la percepción de valor de las marcas tradicionales, Esto genera una migración estructural del consumidor hacia la propuesta del retailer con fortaleza en marcas propias.

Productos antes de marcas tradicionales de fabricantes conocidos (como leche, arroz, papel higiénico, detergente) pasan a comprarse por funcionalidad, no por marca, lo que Afecta la diferenciación, Reduce elasticidad de precio y destruye valor de marca a largo plazo.

Las marcas propias han cambiado el equilibrio en el retail, impactando volumen, margen y visibilidad de las marcas tradicionales. Estas deben diferenciarse, innovar o adaptarse, incluso fabricando para terceros. La marca por sí sola ya no basta, ahora hay que demostrar valor ante consumidores y retailers, que ya son competidores.

Negociación y poder de mercado: El crecimiento de las marcas blancas fortalece la posición negociadora de los minoristas frente a los proveedores tradicionales, alterando el equilibrio de poder en la cadena de suministro.

Que han hecho las marcas tradicionales o de fabricante para competir

Innovación. las marcas tradicionales deben innovar en producto, experiencia y branding para mantener su relevancia, ya que no se puede competir solo en precio resulta insuficiente frente al incremento de la propuesta de valor de las marcas blancas.

Diferenciación premium y funcional para competir en términos de valor percibido, innovación y ampliación de la gama, mediante el lanzamiento de submarcas económicas y premium, alianzas estratégicas y co-branding con minoristas para asegurar una presencia relevante, diversificación de canales enfocados en ecommerce y tiendas especializadas y fortalecimiento del marketing a través de contenido de marca, sostenibilidad, storytelling e influencers.

Miremos cómo han respondido algunas de las grandes marcas globales como Mondelez, P&G, Unilever, Nestlé, Colgate-Palmolive, Danone, han respondido con estrategias multifacéticas y agresivas para competir con el ascenso de las marcas propias.

Han acelerado la innovación para ofrecer productos que las marcas propias no pueden igualar fácilmente, con un objetivo crear barreras de entrada técnicas y emocionales para evitar la comoditización, ejemplos.

P&G

Ariel con tecnología de cápsulas 3 en 1, Head & Shoulders con control microbioma.

Unilever

Rexona con sensores térmicos, helados Magnum veganos

Mondelez

Snacks funcionales con granos ancestrales, Oreo con sabores edición limitada

Nestlé

Café con colágeno, fórmulas para adultos mayores, alimentos plant-based (Sweet Earth)



Segmentando y presentando un portafolio multiprecio

Las marcas globales han desarrollado submarcas o líneas más accesibles, sin dañar su marca insignia.

Unilever

"Surf" compite con marcas propias, mientras "Omo" y "Persil" se mantienen premium

Mondelez

Galletas Club Social como opción económica vs. BelVita o Oreo

Nestlé

"La Lechera" como marca bandera, pero ofrece líneas más económicas en algunas regiones

Colgate-Palmolive

Líneas como “Colgate Triple Acción” para competir con precios bajos



Algunas multinacionales colaboran con los retailers para mantener presencia mediante programas conjuntos de marketing, intercambio de datos del consumidor y participación en categorías complementarias. En ocasiones, también producen para marcas privadas en sectores maduros.

Las grandes marcas han reforzado su posicionamiento con propuestas de valor ligadas a:

Cambio climático

Diversidad e inclusión

Salud y bienestar


Dove (Unilever): Campañas sobre autoestima y belleza real.

Nestlé: Plan de carbono neutro para 2050.

P&G: Marcas con reducción de agua en producción y empaques reciclables.

Las grandes marcas han entendido que no pueden ganar solo con herencia y branding, y han tomado medidas agresivas en innovación, precios, canales directos y conocimiento del consumidor. Muchas de ellas aún conservan el poder de marca global, la capacidad financiera para invertir en I+D, infraestructura de distribución y la capacidad de construir marcas icónicas

Pero el desafío sigue creciendo. Las marcas propias ya no solo son una amenaza de precio, ahora también lo son de propuesta de valor.

Lo más relevante e impactante de las marcas propias

Para cerrar, miremos que se considera lo más relevante e impactante de las marcas blancas, propias, privadas, o de distribuidos. Como las queramos llamar.

Impacto estratégico

Gestión del portafolio: El minorista determina qué productos se lanzan, los precios, el posicionamiento y el momento de retiro. Diferenciación y fidelización: Estos productos pueden contribuir a la lealtad del cliente si ofrecen una buena relación calidad-precio. Herramienta de negociación: Permiten al minorista negociar con marcas tradicionales al contar con una alternativa propia en el punto de venta.

Impacto Económico

Mayor margen de rentabilidad: Elimina intermediarios (marcas), permitiendo hasta +10 o +20 puntos porcentuales de margen adicional. Optimización del surtido: Permiten racionalizar SKUs sin depender de los fabricantes. Reducción del precio al consumidor: Marcas propias bien gestionadas pueden ofrecer hasta un 20%-30% menos que las marcas líderes, ganando participación en épocas de crisis o inflación.

Impacto Competitivo

Desplazamiento de marcas tradicionales: En mercados como Europa y EE. UU., marcas privadas ya superan el 35%-50% del share en varias categorías. Presión sobre grandes marcas: Gigantes como Unilever, Nestlé y P&G se han visto obligados a lanzar segundas marcas, invertir más en innovación o enfocarse en premiumización. Expansión multiformato: Marcas propias no son exclusivas del hard discount; ahora también se posicionan en supermercados, convenience stores y e-commerce.

Impacto Cultural y de Percepción

Cambio de percepción: Ya no se ven como "inferiores"; muchas superan a marcas líderes en pruebas a ciegas (ej. Aldi, Costco, Kirkland, Carrefour Bio). Construcción de marca retail: Refuerzan la identidad del retailer como curador de calidad y precio justo. Segmentación interna: Los retailers desarrollan varias marcas propias por nivel de precio/calidad (básica, estándar, premium, gourmet, saludable, sostenible).








Entre la pasión y el agotamiento: El burnout docente

El «burnout», agotamiento físico y emocional crónico, afecta gravemente a docentes con cargas laborales excesivas y falta de apoyo. Reconocer señales, establecer límites y priorizar la salud mental es clave para enfrentar este desafío.

Entre la pasión y el agotamiento: El burnout docente

Por  Paulette Delgado


En el 2020 publiqué una nota sobre cómo el burnout afectó a los docentes durante la pandemia, pero este problema ha seguido a pesar de que la cuarentena terminó hace tiempo. 

Este padecimiento es también conocido como el síndrome de desgaste profesional o de fatiga crónica y no es nada inusual; de hecho, fue introducido por primera vez como un diagnóstico en 1974 por el psicólogo Herbert Freudenberger y representa síntomas físicos como agotamiento, fatiga, dolores de cabeza frecuentes y trastornos gastrointestinales, insomnio y dificultad para respirar.

Para la escritora, periodista y autora del libro Can’t Even: How Millennials Became the Burnout Generation, Anne Helen Petersen, esta es una condición dominante de los Millennials porque es algo que se ha ido reforzando desde la infancia: la idea de que se debe estar trabajando todo el tiempo, ser productivos 24/7.

El problema con el burnout es que, a diferencia del agotamiento, es que se llega a un punto donde no se puede seguir más, pero se tiene que seguir adelante, ya sea por muchos días, semanas o años. Es buscar una sensación de logro que sigue aún después de aprobar alguna meta (el examen final o el semestre), pero esa sensación nunca llega. 

El psicoanalista especializado en síndrome de burnout, Josh Cohen, describe esta sensación como cuando “has agotado todos tus recursos internos, pero no logras liberarte de la compulsión nerviosa de seguir adelante a pesar de todo”. La generación Millennial ha aprendido que ser adulto es como un verbo: estar adulting. Esta etapa no es más que una lista de cosas por hacer y que nunca termina: trabajar, cocinar, limpiar, ir al supermercado, atender a los hijos, hacer ejercicio, etcétera. Y muchas de estas cosas, que deberían ser agradables, se vuelven una carga agotadora porque pasan a ser algo más en la lista de pendientes.

La autora Anne Helen Petersen escribe que “esa es una de las expresiones más inefables y frustrantes del agotamiento: toma cosas que deberían ser agradables y las reduce a una lista de tareas, entremezcladas con otras obligaciones que deberían completarse con facilidad o diligencia. El resultado final es que todo, desde las celebraciones de bodas hasta el registro para votar, se tiñe de resentimiento, ansiedad y evasión. Tal vez mi incapacidad para afilar los cuchillos se debe menos a una cuestión de pereza y más a ser demasiado bueno, durante demasiado tiempo, en ser un Millennial”. Cada vez se está normalizando más que el planeta está muriendo por el cambio climático, la preocupación por una crisis financiera o si surgirá una nueva pandemia, si habrá una nueva guerra y de qué manera eso afectará el mercado global. Aunque se atraviesan situaciones sumamente difíciles, éstas se ven como normales porque es la única manera de sobrevivir. Es por eso que “el burnout no es un lugar para visitar, es nuestra residencia permanente”, menciona Petersen.

El burnout docente

Con esto en mente, no es sorpresa ver que las y los docentes también sufren de este síndrome. Muchas veces esta profesión cuenta con cargas de trabajo insostenibles que incluyen el diseño instruccional, preparar las clases y exámenes, calificar, impartir la clase, análisis de datos, contactos con padres, madres o tutuores, tareas estandarizadas, entre muchas otras. Cuentan con una lista de cosas por hacer interminable que termina ahogando incluso al educador más apasionado.

Como se mencionó anteriormente, el síndrome del trabajador quemado afecta a todas las profesiones; sin embargo, según una encuesta realizada por Rand, se demuestra que los docentes tienen el doble de probabilidades de estar más estresados que otras áreas laborales. 

La Asociación Estadounidense de Investigación Educativa (American Educational Research Association) apoya estos datos con su propio estudio, donde concluyeron que el 40 % de los educadores de Estados Unidos tienen posibilidades de tener ansiedad en comparación con los que trabajan en el sector salud (20 %) o los de oficina (30 %). Según otra encuesta realizada por Gallup en el 2022, los educadores de nivel K-12, es decir, desde preescolar hasta bachillerato, fueron la profesión con mayor síndrome de burnout en Estados Unidos en ese año. En esta encuesta, el 44 % de los maestros encuestados contestaron que se “sienten agotados a menudo o siempre”.

Este estrés y agotamiento no solo afectan la vida de los docentes y su trabajo, sino también la de sus estudiantes, ya que las y los maestros no pueden darles la atención adecuada. Devlin Peck, un entrenador de diseño instruccional y consultor de aprendizaje electrónico, escribió en su portal que, incluso, “los estudiantes bajo la tutela de profesores con alta ansiedad tienden a tener un peor desempeño académico, particularmente en materias como matemáticas, y pueden desarrollar sentimientos y conductas negativas”. Pero la carga laboral no es la única causa, también está la microgestión y falta de autonomía. 

Muchas veces, la creatividad y autoexpresión de la comunidad docente se ve sofocada por las políticas del aula o de la institución, lo que les desmotiva con el tiempo. Aunado a esto, en varias ocasiones cuentan con herramientas de enseñanza inadecuadas como un internet lento, materiales insuficientes, infraestructura inadecuada o ineficiente, etcétera.

No hay que olvidar que también está el factor del estudiantado, especialmente aquellos con conductas problemáticas. Ya que en estos casos, suelen ejercer el papel de cuidadores y docentes al mismo tiempo, sobre todo al lidiar con los estudiantes desafiantes, abusivos o con necesidades especiales. Todo esto acelera el agotamiento de los maestros. Aunado a estos factores, está la falta de apoyo y las presiones externas, como los gobernantes con sus pruebas estandarizadas, los sistemas de calificación, las familias y la propia sociedad.

Otra causa del aumento del estrés y el síndrome del trabajador quemado fue la pandemia de COVID-19. Debido a que muchas, si no es que todas las instituciones educativas, cambiaron de la noche a la mañana a un modelo virtual de emergencia, sin darle la preparación adecuada a los educadores, éstos tuvieron que adaptarse rápidamente a usar nuevas tecnologías para seguir haciendo su trabajo de manera efectiva. Según una encuesta realizada en el 2022 por la Asociación Nacional de Educación de Estados Unidos (NEA por sus siglas en inglés), el 55 % de los encuestados piensan abandonar la profesión antes de lo planeado, citando dificultades por la pandemia y el burnout como razones principales.

Además, en esta encuesta, el 67 % de las personas encuestadas mencionaron que consideran el agotamiento laboral como un problema muy grave y un  90 % afirmó que sentirse así es un problema grave, especialmente al haber tantas vacantes no cubiertas. Sobre esto, alrededor del 74 % de los docentes dijeron que tuvieron que asumir tareas adicionales para cubrir la escasez de personal. Mientras tanto, el 80 % de los docentes informaron que tuvieron que realizar más trabajo que el que les correspondía en sus funciones y responsabilidades debido a vacantes laborales no cubiertas. Por este motivo, muchos docentes no pudieron con el cambio y renunciaron, provocando una gran escasez y más carga laboral para los que sí se quedaron. En su investigación, NEA reportó que más de 500,000 educadores abandonaron su trabajo después de la pandemia.

Alexandra Robbins, autora del libro The Teachers: A Year Inside America’s Most Vulnerable, Important Profession, escribió para EdWeek que los docentes no sufren de burnout, sino que están destinados a fracasar. Robbins menciona que las tasas de “tensión laboral” (estrés por un trabajo de alta demanda y bajo control) son más altas para las y los docentes que para el promedio de los trabajadores. Robbins menciona en su artículo que leyó dos publicaciones que consideran el burnout como «contagioso» incluso, por la relación estrecha que tienen entre compañeros, sin abordar las causas fundamentales que llevan a los docentes a ese estado. Para la autora, más que ser contagioso, los educadores “se ven obstaculizados por sistemas escolares pésimos, funcionarios ignorantes o administradores desconectados de la realidad”. No es que solamente sufran de burnout, son parte de un sistema que los lleva al extremo.

Por otro lado, uno de los problemas del burnout es que no existe una manera exacta de medirlo. Si bien, los investigadores han buscado maneras de hacerlo y existen ciertas formas que han ido ganando popularidad, como la de Maslach, todas enfrentan problemas porque cada caso tiene diferentes causas.  Kevin Leichtman, autor de The Perfect Ten: Ten Students, Ten Mindsets, One New Definition of Perfection, escribió un artículo para EduTopia donde explica que inventó la escala de burnout de Leichtman con la que “busca proporcionar una comprensión clara del proceso de agotamiento específicamente para los educadores”, explica el autor. Leichtman menciona que, si bien, cada caso es diferente, existen ciertas tendencias entre síntomas y umbrales variables, los cuales pueden ayudar a descifrar en qué nivel de burnout se encuentra cada educador.

Son cuatro niveles; el primero es ser apasionado, pero abrumado. Es cuando el docente ama lo que hace. Se siente comprometido, por lo que asume más tareas, lo que comienza el burnout. El segundo es sentirse abrumado y cínico, que es cuando esa pasión del primer nivel no está dando resultados como un mejor salario, mejor evaluación, o algo, pero solo hay más carga laboral, lo que comienza a sentir cinismo hacia la profesión. El nivel tres es cuando es completamente cínico y empieza a sentirse agotado. Aquí puede empezar a sentir que es imposible ser un buen educador, que todo y todos son culpables del estado de la educación y no importa lo que haga las cosas no cambiarán y esos sentimientos no se quedan en el aula, los acompaña a casa, impactando otras áreas de su vida. Por último está el colapso por un agotamiento total. Ya el burnout forma parte de cada parte de su vida, afectando su bienestar y poniéndolo en modo de supervivencia. Leichtman menciona que en este punto hay dos opciones: “salir o volver a comprometerse”; es decir, o abandonar el aula o recuperar su pasión. 

Otra cosa de la que pocos hablan sobre el síndrome del trabajador quemado es el sentimiento de culpa que esto trae. Es verdad que para muchos educadores esta emoción es parte de su día a día: culpa por tomarse vacaciones, faltar por enfermedad, por salir a tiempo del trabajo, no terminar de calificar, etcétera.  Este sentimiento surge de querer hacer todo lo posible por sus estudiantes, mientras que al mismo tiempo, se sienten abrumados y agotados por su carga laboral, la falta de apoyo y cualquier cosa que pase a su alrededor; se sienten mal por no poder completar todo lo que quisieran. Crystal Foxx de NEA menciona que “la responsabilidad no recae en los educadores, sino en los responsables políticos que perpetúan un sistema que crea este ciclo de culpa, ya que no es posible que una persona logre hacer todo sin sacrificar algo, como la familia o el tiempo personal”.

Apoyando a los docentes a sobrellevar el síndrome del trabajador quemado

Debido a que la tolerancia de estrés y manejo de emociones de cada persona es diferente, es imposible dar una respuesta que aplique a todas las personas a la hora de evitar el síndrome de burnout; sin embargo, un lugar para empezar es estar pendiente de los primeros signos de agotamiento. 

Tomando en cuenta la escala de Leichtman, si una maestra o maestro desde el nivel uno busca ayuda y empieza a tomar medidas, es muy posible que evite llegar al último nivel. La organización Education Support escribe en su portal varios consejos para evitar el síndrome del burnout

Empezando por ser conscientes de sus emociones, nivel de estrés y salud. Usar estrategias como la atención plena, meditación, llevar un diario o hablar con otras personas para estar al pendiente de cómo está y cómo se siente, para poder pedir ayuda o dar un paso atrás si es necesario. Sobre esto, la organización advierte que “ser consciente y comprender el estrés, el agotamiento y la salud mental es invaluable para comprenderse a uno mismo”. 

Tomar el control de su bienestar, aprender a equilibrar el trabajo y la vida personal, buscar momentos para descansar y relajarse. De acuerdo con Education Support es normal para los docentes poner primero a sus estudiantes, pero está bien ponerse primero y no sentir culpa por hacerlo. “Si quieres cuidar y ofrecer la mejor educación a tus alumnos, también tienes que dedicar tiempo a recargar energías y cuidar tu salud y bienestar”, señala la publicación. 

Cuestionarse si puede con más carga laboral. Tomar más trabajo con la meta de querer ser mejores en lo que hacen y por sus estudiantes no es algo malo, sin embargo, antes de hacerlo, la organización recomienda cuestionar el propósito de las tareas que tomará, si va más allá de las responsabilidades normales, si es algo que tiene tiempo de hacer sin que impacte las otras áreas de su vida y sin agotarlo. Detenerse y pensar si es algo realmente necesario. Con este último punto en mente, Education Support aconseja a los educadores recordar que a veces es necesario decir que «no», que está bien no poder hacerlo todo, ya sea por falta de tiempo, por exceso de trabajo, o porque no tendrá mucho impacto sobre los estudiantes. 

Otro punto importante es tomarse días de salud mental si lo necesitan. Ya sea antes de sentirse agotados o si ya sufren del síndrome del trabajador quemado, es bueno tomarse tiempo para recuperarse. Ya sea un día laboral, un fin de semana o un día feriado, es necesario relajarse y darse el tiempo de recuperarse emocional y físicamente. 

Por último, la organización aconseja aprender a pedir ayuda y obtener apoyo cuando lo necesite. Ya sea hablar con colegas, amistades, familiares o expertos, hacerlo puede hacer posible salir de este síndrome.

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